Se me pasó. Hoy terminó un
congreso de neuropsicología en Buenos Aires y ni pude aparecer por allí en los tres días que duró a pesar de que el asunto me interesa ya que tiene que ver tanto con mi práctica clínica como con mi actividad docente.
Y me interesa también por cuestiones espirituales, pero ese es otro cantar.
¿Qué es la neuropsicología?
Digamos que es una disciplina que estudia las relaciones cerebro-conducta. Esencialmente se interesa por la relación entre las estructuras cerebrales y las funciones mentales más sofisticadas: las funciones cognitivas (atención, percepción, lenguaje, memoria, funciones ejecutivas...)
Hablando en criollo, esta nueva "ciencia" intenta explicar cómo hace nuestro cerebro para que hablemos, recordemos, pensemos... e incluso para que hagamos cosas no tan evidentes pero no menos importantes como reconocer rostros, tener conciencia del estado mental del otro, discriminar tonos musicales, controlar impulsos o manejar proporciones espaciales, entre otras muchas.
Además en su versión clínica (o aplicada) la neuropsicología estudia qué pasa con estas funciones cuando el cerebro se enferma.
Dicho de otro modo, la neuropsicología (o la neurociencia cognitiva) le vuelve a otorgar biología al psiquismo, la biología robada por los seguidores de Freud (no tanto por él, que era neurólogo) a partir de los albores del siglo XX.
Lamentablemente los psicólogos formados en nuestro país apenas tienen una vaga noción de lo que es el cerebro y cómo funciona. Esto está cambiando de a poco.
La neuropsicología tuvo su preludio allá por los fines del siglo XVIII con la frenología. Por supuesto las teorías de entonces sobre la localización de las funciones eran de lo más disparatadas: en un mapa trazado sobre el cuero cabelludo (ver figura) se podían encontrar las regiones de "veneración a los padres", "envidia", "autoestima" o "amor conyugal". La frenología dió que hablar pero no tardó en sucumbir.
Hoy contamos con 200 años más de conocimiento sobre el cerebro. Contamos con autopsias de miles de pacientes bien estudiados. Contamos con el electroencefalograma, los potenciales evocados y la computación. Contamos con la tomografía y la resonancia magnética. Contamos con maravillosos estudios funcionales como el PET, el SPECT, la resonancia funcional... Contamos con ciencias amigas como la etología, la robótica y su inteligencia artificial...
Sí, tenemos variadas herramientas para meternos de prepo en el misterio más profundo del hombre.
Sí, tenemos neuropsicología. Y es fascinante.
Lo que no tenemos es sabiduría.
Lo que no tenemos es filosofía para manejar estas herramientas.
La neuropsicología es, permítanme decirlo,
la apoteosis del materialismo. El summum de un error.
Por eso recomiendo acercarse a ella con cautela. Con tanta fascinación como cautela.
Aún está atravesada por un prisma mortal.
Está sesgada por errores de lectura varios.
Está forzadamente orientada hacia donde todos miran, hacia donde conviene que miremos.
Y el error aún da para más.