verso converso

aportes incorrectos después de haber caído del caballo...

Y él les dijo: «Así, todo escriba que ha llegado a ser discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.» (Mt 13,52)


julio 29, 2006

pato bachiller V

Un amigo me comenta el otro día que le parecía poco clara mi posición en esta serie de posts. Que en un inicio me quejo al confesarme disperso y que luego termino defendiendo esa misma condición con el ejemplo de Chesterton.

Tiene razón ¿en qué quedamos?

Digamos que no niego la existencia de un cierto tipo, mas o menos definido, de sindrome conductual que podemos llamar "deficit de atencion" ni niego la base biológica escondida en su génesis negada rotundamente por psicólogos y afines, ni niego los eventuales problemas para la adaptación social asociados al sindrome, ni niego la repercusión en la autoestima y la calidad de vida; pero sí cuestiono con mucha bronca la rudimentaria simpleza del enfoque reduccionista propuesto para entender la naturaleza del asunto, sí cuestiono la brutalidad que esconde la eficaz farmacotecnia de hoy para brindar supuestas soluciones, sí cuestiono una invisible maquinaria de ingenieria social detrás de los nuevos parámetros de salud-enfermedad.
Mas o menos ese es el resumen. No se si queda claro.
Hay más.

Ante cualquier duda pueden recurrir a una experta opinión aquí.

julio 22, 2006

déficit de atención? (pato bachiller IV)

Chesterton logró unir la fina visión de sus tiempos a una extravagante desorientación. Era despistado como ningún otro. Las anécdotas se cuentan por cientos. Es legendaria la ocasión en que llegó a manos de su esposa un telegrama suyo. Chesterton estaba perdido en algún pueblo de Inglaterra y preguntaba a Frances dónde tendría que estar. La respuesta fue lacónica: «En casa».
En su opinión, la única manera de tomar el tren correcto era perder los dos anteriores. Era incapaz de vestirse solo. Algunas veces olvidaba la corbata, otras llevaba dos puestas. Podía perfectamente ir sin calcetines, o con dos distintos. Era Frances la que cada mañana le daba dinero; le diera poco o mucho, Gilbert volvía sin un centavo, siendo incapaz de decir qué había hecho con él. Buena parte lo dedicaba a la caridad. Había incluso un mendigo que venía cada semana por su asignación; si faltaba a la cita, recibía el dinero por correo.
(Extraído de aquí)


Basándonos en este tipo de anécdotas sobre el célebre escritor, podríamos inferir que Chesterton padecía un déficit de atención (ADD, "attention deficit disorder"). Y si no fuera un ADD seguramente sería clasificado en algún otro diagnóstico neuropsicológico que contemple tal tipo de conductas. Voy a que probablemente hoy le sería ofrecido algún tratamiento farmacológico para mejorar estos "síntomas".

Usando a Chesterton como ejemplo insisto en este punto: ¿no les parece que esta misma constitución mental dispersa, "voladora", que se expresaba en estos extravíos y dificultades cotidianas es la que, sumada por supuesto a una asombrosa inteligencia y memoria, le permitió a G.K.Chesterton diferenciarse de todos los escritores e intelectuales de su época en su profundidad, ingenio y universalidad de mirada?. No digo que exista una relación causal o directa pero sí que no son cosas independientes en absoluto. Ese mismo "despiste" que lo hacía perder trenes era quizás la otra cara de un permanente y ensoñado análisis asociativo de la realidad que sólo su mente podía lograr. La misma dispersa y muy activa mente que le permitió escribir la biografía de Santo Tomás de Aquino sólo basándose en sus ideas y memoria previa. Según contaba su secretaria, a la hora de consultar bibliografía para dicha obra no recurrió a ningún tipo de orden, simplemente hojeó unos cuantos libros al azar y así continuó dictándole. Ciertamente era distinto, peculiar. Como todos los genios. Como todos los seres humanos.

Contra esta peculiaridad, que en contados casos como el de Chesterton puede acompañarse de genialidad, atenta la nueva poderosa psicofarmacología.

-"Normalicemos", corrijamos síntomas, modifiquemos conductas, cambiemos las mentes para que todos seamos normales. Vamos a la "norma", vamos a la media. Los extremos molestan, la variedad molesta. No importa si matamos a algún genio en el camino, no importa si transformamos a un Van Gogh en un equilibrado profesor de pintura... nos contentaríamos con transformar a un despistado, pródigo y "loco católico" Chesterton en, quizás, el exitoso director del "Daily Mirror".

julio 19, 2006

el pato bachiller III

Y la pregunta es: ¿será que realmente es mejor "apretar" que "abarcar"? ¿o simplemente es más conveniente, útil, necesario a los fines civilizados de mantener un espacio de poder estable?

No. No es una pregunta menor para mi.

¿Cuán universal o atemporal es esta promocionada desventaja de la dispersión versus la concentración? ¿Será una cuestión moderna, propia de esta cultura de la eficacia, de la productividad, de la ganancia, del "apriete"? ¿Será sólo una lógica consecuencia de esta verdadera explosión del conocimiento por lo que la especialización es ya no una opción sino una única posibilidad? ¿dónde quedó la admirada figura del "renaissance man", aquellas mentes que se lucían tanto en las artes como en las ciencias?

Llegamos a un punto tal que nuestra ciencia considera enfermas a las personas que no se concentran lo suficiente, y dice que esa enfermedad, el "Trastorno por déficit de atención", afecta al 5 % de la población*.

Por suerte inventamos las anfetas y sus derivados para ayudar a esta pobre gente y ponerla a producir y rendir como corresponde. No sea cosa que sueñen demasiado. No sea que asocien, que rimen, que manchen, que fumen. No sea cosa que sean perdedores e infelices. No sea cosa que quieran sólo abarcar sin apretar, los muy cretinos.


* el Trastorno por déficit de atención o ADD ó ADHD está clasificado en el DSM IV como un trastorno del desarrollo que afecta a niños y adultos. Es definido exclusivamente por criterios de observación de conducta. No existe hasta la fecha ningún marcador biológico que confirme este diagnóstico.

julio 09, 2006

el pato bachiller II

Cómo iba yo a sospechar que aquella simple fábula tendría tal repercusión en mi vida... cómo siquiera vislumbrar que se trataba de un mensaje fatídico, un oráculo, un anuncio, un sino...

porque, señores, yo soy el pato bachiller del cuento.

Hago un poco de todo, y nada me contenta. Como médico tengo un éxito profesional que no merezco, le dedico buena parte de mis horas a la tarea y al estudio pero sólo yo conozco la debilidad de mi entusiasmo vocacional, y ando por la investigación científica así como por la clínica asistencial, conjugando ambas ramas con gusto sin definirme por ninguna, sabiendo íntimamente que es porque no estoy del todo allí. Tampoco estoy del todo en la docencia, a pesar de ser profesor y de sentir que podría hacerlo bien si tan solo me lo propusiera. Pero no, mi labor docente es deficiente. Digo que lo mío es mirar el mundo, decir, criticar, predicar, usar las palabras con gracia, pero no escribo más que en este pobre blog a las perdidas y con una inspiración que fluctua por no decir que languidece. Decenas de proyectos de cuentos y novelas, esbozos de poesias nunca salieron de mis cuadernos amateurs o adolescentes. Creo tontamente que podría haberme dedicado a la música, fui bendecido con mucho oído, pero apenas pude soplar torpemente una armónica de blues o cantar un puñado de canciones para amigos alguna que otra vez. Mis fotos suelen ser elogiadas pero definitivamente no soy un fotógrafo que pueda jactarse de tener tal profesión. En fin, tengo muchos intereses y tambien ciertos talentos dormidos, casi ya atrofiados... pero en nada me hallo pleno.

Abarco mucho y aprieto poco. El pato bachiller. Apto para todo. Muy bueno para nada.
Ese soy yo.

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