todo o nada
Estoy agobiado.
A uno le gustaría encontrar un equilibrio. Un equilibrio entre el mejor esfuerzo del que uno es capaz y el estado de salud preservado, entre el máximo aprovechamiento de los talentos y la paz de espíritu en la vida cotidiana.
Uno sabe que se trata de un combate, pero también sabe que, si pelea mal (si intenta pelear solo, si no economiza esfuerzos, si gasta trompadas en el lugar equivocado), la mejor arma con la que uno cuenta está en riesgo: el corazón se puede endurecer, el aceite de la lámpara se puede agotar para siempre.
En ese dilema, al menos en mi presente, el activismo le está ganando por lejos a la contemplación. Hay un alerta rojo. La falta de pausa y de adecuado descanso, la presión múltiple (humana, científica, económica, legal), la hostilidad multiplicada, la tergiversación de los rumbos, el ruido... la vida misma se está tornado insana.
"Y sí, sos médico en un país empobrecido e inmoral, y encima querés hacer las cosas bien, qué pretendés?..." me dirán algunos con razón.
Otros que me conocen un poquito más dirán que en mi situación de agobio hay algo de dificultad personal para decir que no, algo de responsabilidad en el desequilibrio... y también puede ser que tengan razón.
En el "stress" hay pecado, de eso estoy convencido. Hay alguna cobardía o vanidad o gula escondida.
Lo que cada vez veo con mayor claridad es que, más allá de contingencias personales o geográficas, hay una tan silente como veloz tendencia hacia la deshumanización total, hacia el genocidio de corazones por causa de un fenómeno social envolvente, exponencial, imparable: Las reglas de juego para casi todas las actividades humanas se van modificando de manera que o se juega así, a esta altísima velocidad, con estos cánones de éxito, productividad o eficiencia, o no se puede jugar de ningún modo. Se trata de un fenómeno de todo o nada.
Y a no confundirse: en esto no tienen que ver derechas o izquierdas.
Todo o nada. Somos presos de nuestros nuevos recursos.
Si se puede hacer hay que hacerlo; si se puede tener celular hay que tenerlo; si se puede comunicar uno más rápido debe hacerlo; si hay más información disponible hay que que conocerla, si hay nueva tecnología hay que aplicarla... etc... Y no se trata sólo de afanes de superación o excelencia, este desenfreno se está tornando una obligación para seguir haciendo las cosas bien, por lo menos en mi profesión.
No hay oportunidad de puntos medios. No hay equilibrio posible. O adentro, en la picadora de carne, o afuera.
La verdadera libertad cada vez cotiza más alto.
Marcharemos al desierto para seguir amando. Pronto.
A uno le gustaría encontrar un equilibrio. Un equilibrio entre el mejor esfuerzo del que uno es capaz y el estado de salud preservado, entre el máximo aprovechamiento de los talentos y la paz de espíritu en la vida cotidiana.
Uno sabe que se trata de un combate, pero también sabe que, si pelea mal (si intenta pelear solo, si no economiza esfuerzos, si gasta trompadas en el lugar equivocado), la mejor arma con la que uno cuenta está en riesgo: el corazón se puede endurecer, el aceite de la lámpara se puede agotar para siempre.
En ese dilema, al menos en mi presente, el activismo le está ganando por lejos a la contemplación. Hay un alerta rojo. La falta de pausa y de adecuado descanso, la presión múltiple (humana, científica, económica, legal), la hostilidad multiplicada, la tergiversación de los rumbos, el ruido... la vida misma se está tornado insana.
"Y sí, sos médico en un país empobrecido e inmoral, y encima querés hacer las cosas bien, qué pretendés?..." me dirán algunos con razón.
Otros que me conocen un poquito más dirán que en mi situación de agobio hay algo de dificultad personal para decir que no, algo de responsabilidad en el desequilibrio... y también puede ser que tengan razón.
En el "stress" hay pecado, de eso estoy convencido. Hay alguna cobardía o vanidad o gula escondida.
Lo que cada vez veo con mayor claridad es que, más allá de contingencias personales o geográficas, hay una tan silente como veloz tendencia hacia la deshumanización total, hacia el genocidio de corazones por causa de un fenómeno social envolvente, exponencial, imparable: Las reglas de juego para casi todas las actividades humanas se van modificando de manera que o se juega así, a esta altísima velocidad, con estos cánones de éxito, productividad o eficiencia, o no se puede jugar de ningún modo. Se trata de un fenómeno de todo o nada.
Y a no confundirse: en esto no tienen que ver derechas o izquierdas.
Todo o nada. Somos presos de nuestros nuevos recursos.
Si se puede hacer hay que hacerlo; si se puede tener celular hay que tenerlo; si se puede comunicar uno más rápido debe hacerlo; si hay más información disponible hay que que conocerla, si hay nueva tecnología hay que aplicarla... etc... Y no se trata sólo de afanes de superación o excelencia, este desenfreno se está tornando una obligación para seguir haciendo las cosas bien, por lo menos en mi profesión.
No hay oportunidad de puntos medios. No hay equilibrio posible. O adentro, en la picadora de carne, o afuera.
La verdadera libertad cada vez cotiza más alto.
Marcharemos al desierto para seguir amando. Pronto.
7 Comments:
Este es un buen tema para plantearlo cerca de la celebración de Cristo Rey. La pregunta, tal vez medio elemental, es en la vida así como la vez ¿quién reina? ¿estás seguro de que necesariamente hay que estar en esa especie de batidora de la que -decís- no se puede salir? ¿no tendrá algo que ver el miedo a quedar fuera del éxito que se describe en esa vida? ¿No habrá un valor del que uno no se anima a prescindir y que lo sustrae a uno del reino de la Verdad para dejarlo siempre súbdito del reino de la Vanidad, bajo las apariencias de "buenas obras"? En fin... Por lo menos, tenés el silencio suficiente para darte cuenta de que no tenés silencio (contemplación). No es de desdeñar.
Disculpá que me meta en tus comments.
Th.
Th, gracias.
Argentina puede que esté empobrecida, pero no me parece una nación inmoral.Para inmoral, España.
No se desanime ni ceda a la tentación del aislamiento.Donde está hace mucho bien.
Expañol.
Todo bien en general, pero, qué diablos viene a hacer esta oración en el medio del post?: "Y a no confundirse: en esto no tienen que ver derechas o izquierdas".
Lo que quise decir con lo de "derechas e izquierdas" es que la cuestión de esta nueva esclavitud no está supeditada a sistemas políticos en el sentido tradicional. Digo que la tecno se ha emancipado, ella pone sus ritmos y condiciones. No está al servicio del hombre como se pretende, sino que el hombre está a su servicio. Y eso no depende de capitalismos o socialismos.
Algo parecido postulaba Oscar Cuervo, un intelectual de izquierda que (re)cité en este post sobre la tecnología según Heidegger.
Espero que eso conteste la pregunta
Expañol y tero:
gracias por el ánimo
Comprendo (y no sabés cómo!) tu agobio. A mí se me suma, como supuesta "mujer moderna" que soy, la responsabilidad de formar a mi hijo, la necesidad de compartir con él momentos en cantidad y calidad, de darle amor, educación, humanidad, lo mejor de mí...Y el desequilibrio se me presenta a diario: no quiero irme de mi casa, quiero ir a buscarlo al jardín, jugar, dormirlo...¡Quiero ser una mujer "antigua"!!!
Igual, la pregunta es si realmente uno se queda afuera si no corre al compás. No será al revés? No será que uno está afuera ahora y le da cierto miedo "entrar"? El miedo a quedar afuera...por ahí pasa la cosa, al menos en lo que a mí respecta. Mucho miedo a parar...Pero en tu caso, vos que te hacés el tiempo de pensar, de sentir, de predicar, de parar y escribir lo que pensás y sentís...Yo suponía que a vos esto no te pasaba, yo sentí que vos irradiabas cierta paz que no tiene la mayoría de los mortales de estas épocas vertiginosas. Definitivamente, yo creí que a vos no te pasaba. Porque habías encontrado un huequito que te posibilitó la conversión, la fé, la oración. Yo no me siento capaz, y sólo a veces consigo algo de paz, por eso el agobio...
Bueno, no te digo que ahora me siento más tranquila con mi agobio, pero si alguien que logró una sabiduría que se eleva un poco más allá que la no-sabiduría de casi todo el mundo en estos días, se siente agobiado, lo mío suena, al menos, más razonable...
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