verso converso

aportes incorrectos después de haber caído del caballo...

Y él les dijo: «Así, todo escriba que ha llegado a ser discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.» (Mt 13,52)


febrero 08, 2010

los médicos y la máquina de hacer chorizos

Hubo una época en que los médicos hacíamos medicina.

Y atendíamos pacientes. Estos eran seres humanos sufrientes que requerían de nuestro saber y pericia. Escuchábamos sus quejas y dolencias e intentábamos hacer diagnóstico. Para ello se nos enseñaba lo importante que era escuchar y revisar cuidadosamente a los enfermos. Con frecuencia se solicitaban estudios o análisis para corroborar una sospecha. Cada consulta duraba lo que debía durar. Indicábamos tratamientos, a veces fármacológicos, a veces procedimientos quirúrgicos. Teníamos mayor o menor éxito pero creíamos en lo que hacíamos y éramos respetados. Nuestra actividad era una profesión liberal y humanista, con mucho de altruismo. La mayoría de nosotros aprendía lo importante de cuidar la relación con nuestros pacientes y de saber respetarlos en su sufrimiento. Nuestros honorarios estaban acordes a nuestro respeto social y se acordaban directamente con el paciente.


Las cosas fueron cambiando conforme la tecnología médica se fue complejizando. Aparecieron novedosos y carísimos estudios para hacer mejores diagnósticos y novedosos tratamientos mucho más efectivos y también mucho más caros.

Acceder a esta nueva tecnología que no cualquiera podia pagar obligó la aparición de financiadores o "sistemas de salud" (obras sociales o seguros de salud o empresas de medicina prepaga).

Todo cambio mucho en pocos años.

Hoy algunos siguen creyendo que los médicos seguimos haciendo esas mismas cosas de aquella otra época. Pero la verdad es que a los médicos de hoy se nos pide que hagamos otro tipo de cosas.

En primer lugar ya no sabemos a quien está orientada nuestra labor. Muchos ilusos seguimos creyendo que trabajamos para nuestros pacientes pero en realidad somos "prestadores de servicio" para estos nuevos sistemas o empresas de salud. Lo que creemos hacer ya no son consultas, estudios o cirugías sino simplemente "prestaciones". Se nos dice que la salud debe estar "gerenciada",(que ya no se trata de una actividad humanista cercana al altruismo) y que su meta es la "productividad". Se nos dice entonces que se es más productivo cuantas mas prestaciones se hacen. Curiosamente son ellos los que nos determinan el valor de nuestras prestaciones, siendo para ellos la más sencilla de todas- y por ende la más económica, la otrora valiosa y casi sagrada consulta médica. Se nos dice que es ventajoso trabajar para los seguros de salud o empresas de medicina prepaga que nos permitan hacer gran cantidad de "prestaciones" ("volumen de pacientes" es la espantosa expresión que les encanta utilizar). Para poder hacer buen "volumen" es importante el concepto de "eficacia", la cual se mide por ejemplo en la cantidad de consultas por hora (!) o de cirugías por mes. Se nos hizo creer que deberíamos estar contentos de atender mucho más que atender bien. Se da por descontado que los diagnósticos deben ser correctos y la atencion cordial, pero no se nos brindan las mínimas condiciones para que esto sea viable. Además nada del complejo arte de la escucha o la empatía importa demasiado en los parámetros de esta nueva medicina gerenciada. El paciente ya no es más un ser sufriente, un ser humano único y excepcional a ser escuchado, curado o aliviado, sino un afiliado, en el mejor de los casos un cliente (no del médico, sino de la empresa prepaga). Y eso sí, como a todo cliente se le hará saber que siempre tendrá la razón y es importante que no se queje ni se enoje con nosotros, los prestadores, por ejemplo por hacerlo esperar en la sala de espera unos 20 minutos más allá de la hora de su cita. Es que, justamente, los pacientes han dejado de ser pacientes.

Asi estamos.

Lo que subleva no es que las cosas sean así, sino que los propios médicos lo sigan permitiendo. Que se sobreadapten. Que de tanto jugar con estas reglas se terminen creyendo todo este tristísimo embuste.

febrero 03, 2010

Procrastinar

No tiene nada que ver con el pro-castrismo ni con ninguna idea política.

Resulta ser que no sabía que algo que me acompaña desde hace tanto tiempo, un mal que me aqueja de forma tan crónica y persistente que ya es tristemente parte de mi ser; un viejo conocido demonio que me asedia con cara amigable y me gana casi siempre... se llamaba así: Procrastinación .

Procrastinar es la tendencia pertinaz a dejar para después lo que se debe atender ahora. La postergación constante de asuntos tediosos o responsabilidades en pos de actividades menos importantes y más placenteras, como por ejemplo, navegar ("unos minutitos nomás, eh!") en internet cuando nos espera la planilla de excel o el informe a terminar o el aburrido mail de trabajo a contestar ¿les suena?

Decía que lo considero un demonio, un demonio menor y por ende poco conocido, quizás un sobrino de la Pereza, pero ciertamente genera en la vida y el alma de los que lo padecemos un mal enorme.
La suma de mini-postergaciones genera grandes complicaciones, frustaciones y fracasos en mi cotidiana vida laboral y social.

Como a casi todos los antiguos demonios que combaten la plenitud de la vida humana, la ciencia moderna les ha puesto un disfraz de síntoma psiquiátrico.

Quiero confesar que descubrir su nombre a esta altura de mi vida no deja de tener un efecto exorcizante.

- Procrastinatus! Vade retro! Ya me pongo a laburar

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