verso converso

aportes incorrectos después de haber caído del caballo...

Y él les dijo: «Así, todo escriba que ha llegado a ser discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.» (Mt 13,52)


junio 28, 2005

desdicha verdad

Dios es amor, y la naturaleza es necesidad; pero esta necesidad, por obediencia, es un espejo del amor. De la misma forma, Dios es alegría, y la creación es desdicha; pero es una desdicha resplandeciente por la luz de la alegría. La desdicha encierra la verdad de nuestra condición. Aquellos que prefieren ver la verdad y morir a vivir una existencia larga y feliz en la ilusión, son los únicos que verán a Dios. Hay que tener voluntad de ir hacia la realidad; entonces, esperando encontrar un cadáver, se encuentra un ángel que dice: "Ha resucitado".

Simone Weil. (de El amor a Dios y la desdicha)

junio 27, 2005

oito olhos


Oito olhinhos de criança numa rua de Joao Pessoa. Foi no ano 94, quando fiz uma viagem pelo nordeste com toda a galera. Dias muito sensuais.
Em Joao Pessoa passei um dia e uma noite. Lembro bem disso, foi indo para Natal. Ali conheci o Cabo Branco, o ponto mais oriental da América.
Ali a gente comeu um "prato feito" delicioso. Ali escrevi, meio sério meio piada, o "blues de Joao Pessoa".
E ali mesmo conheci e fotografei (com minha Rolleyflex? nao, mas com minha Pentax K1000) aqueles oito olhinhos que continuam me escrutando até hoje.

Eu mudei. Só Deus sabe quanto.

As crianças da foto ja nao sao crianças (me pergunto se ainda estarao todos vivos).

Os oito olhos mirando a K1000 aparecem quase eternos. Sorrindo. Agudos. Poderosos.

junio 24, 2005

de cimientos para la construcción

Dijo el Señor:
"Todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó porque estaba cimentada sobre roca."
(Evangelio según San Mateo 7, 24-25)

Dijo Karl Popper:
"La ciencia no descansa en una sólida roca. La estructura audaz de sus teorías se levanta, como si dijéramos, encima de un pantano."
(Popper, K. R. The logic of scientific discovery, Londres, Hutchinson, 1968, p. 1 1 1)

esse est percipi II

HILAS.- Me alegra ver que no eran exactas las noticias que he oído acerca de ti.

FILONUS.- ¡Por favor!, ¿cuáles eran?

HILAS.- En la conversación de la última noche se te presentaba como una persona que sostenía la opinión más extravagante que ha albergado mente humana; a saber, que no existe en el mundo eso que se llama substancia material


FILONUS.- De que no existe eso que los filósofos llaman substancia material estoy firmemente persuadido; pero si se me hiciera ver que hay algo de absurdo o escéptico en eso, renunciaría a ello por la misma razón por la que yo creo que en la actualidad tengo que rechazar la opinión contraria.

HILAS.-
¡Cómo! ¿Puede haber algo más fantástico, más contrario al sentido común, o una muestra mayor de escepticismo que creer que no existe eso que se llama materia?

FILONUS.-
Vayamos despacio, amigo Hilas. ¿Y si se demostrase que tú, que sostienes que existe tal materia, eres un escéptico mayor por tener esa opinión y eres más paradójico y contrario al sentido común que yo, que creo que no hay tal cosa?

Este es un fragmento de Tres diálogos entre Hilas y Filonus en oposición a escépticos y ateos del obispo George Berkeley publicado por primera vez en 1713. Mucho antes de Einstein y su formulita E=m.c2, mucho antes de Fritjof Capra y su "Tao de la física", mucho antes de Matrix y su neoidealismo ciberpunk, mucho antes del "paradigma holográfico" que andan masticando algunos intelectuales new-agers por ahí.

No puedo no volver al viejo Berkeley y su esse est percipi (ser es ser percibido) cada vez que me toca abordar el tema de sistemas sensoriales en la cátedra de neurociencias donde doy clases. Los alumnos se enganchan en las disquisiciones filosóficas que surgen del conocer cómo percibimos, como formamos la "realidad".
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Siempre recuerdo la sorpresa que me llevé al descubrir, a eso de los 20 años, que el sentido general de la filosofía de Berkeley (algo que suena tan serio) la había ya intuído yo a la purreta edad de 9 años mientras hablaba por teléfono con Luis Pedro, un compañero de colegio, en un extraño rapto de inspiración. Fue seguramente un momento de suficiente angustia como para haberlo recordado por tantos años. Había empezado preguntándome algo así cómo "¿existirá realmente Luis Pedro? ¿no será sólo esta voz en el tubo? ¿estará realmente en su casa de la calle Humberto Primo tomando la leche como me dice en este momento o será todo producto de mi cabeza?, ¿y si apareciera yo de golpe ahora en su casa y lo viera, bastaría eso para demostrar que no es también una instantanea aparición en mi cabeza y que recién era sólo una voz en el tubo? Nooo, pero sí hoy lo vi a Luis Pedro en el colegio, era real, jugué a la pelota con él, y no fui el único que lo vió, lo vieron también mis compañeros...
¿y no serán también mis compañeros producto de mi cabeza que reafirman la existencia de Luis Pedro? y etc., etc., etc."
Y bué..., así de complicado era yo de chiquito.

Volviendo a lo nuestro, aunque su empirismo idealista no esté muy de moda que digamos... creo que don Berkeley se merece una retrospectiva seria próximamente.

Por ahora, pareciera que los neurocientíficos se enganchan más con Spinoza. Uno políticamente más correcto para los tiempos que corren.

junio 21, 2005

esse est percipi

Uno de los avances más significativos en nuestro entendimiento del cerebro, aquella sagrada caja negra, fue la reciente aparición de los estudios de neuroimagen funcional.
El PET (tomografía por emisión de positrones), el SPECT (tomografía computarizada por emisión de fotón único) y la fMRI (imagen de resonancia magnética funcional) permiten ver, en vivo y en directo, qué áreas cerebrales de un sujeto son las metabólicamente más activas en correspondencia con la acción que está desarrollando el sujeto en cuestión.
De ese modo puede establecerse una relación entre una localización y una función cerebral.

Me gustaría dar aquí algunos ejemplos de tales relaciones. Los daré al estilo de la ciencia actual.

Por ejemplo, si le pido a al paciente sometido a uno de estos estudios que mire fijamente una vela ardiendo y que se concentre en los detalles de la llama y del candelabro, veremos que una región del lóbulo occipital se torna más intensa en las imágenes funcionales. Confirmamos que en esa región occipital se encuentra la corteza visual. Que con esa parte del cerebro “vemos”. Por supuesto, nada decimos de la existencia de la vela y el candelabro.

Si a un paciente en la camilla del resonador funcional le hacemos leer el tercer capítulo del Quijote, primero para sí y luego en voz alta, veremos que determinadas regiones de ambos hemisferios pero especialmente de su hemisferio izquierdo se van activando sucesivamente: corteza visual, luego cortezas de asociación, el área de Wernicke, etc… y finalmente la corteza prefrontal izquierda y la motora primaria bilateral correspondiente a la fonoarticulación. Confirmaremos los circuitos neurofisiológicos de la lectura. Nada diremos a partir de la experiencia sobre la realidad o irrealidad de dicho capítulo de la clásica obra de Cervantes.

Ahora bien, resulta que si usted pone a rezar monjes y monjas de al menos dos religiones diferentes bajo el análisis de estos aparatos y cuando estos dicen llegar en la oración a un estado subjetivo de comunión con la divinidad o “éxtasis místico” usted descubre que en todos se activan las mismas regiones cerebrales profundas, pues entonces la conclusión es clara: Dios no existe. No es más que un invento de nuestro cerebro.

Patética tendencia de la ciencia moderna: encontrar lo que no se entiende pero pretender entender lo que se encuentra.

junio 19, 2005

ruego

Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños.
Yo he crecido, a mi pesar.

Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad,
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.

Miguel de Unamuno

junio 11, 2005

nuevos links

Estoy incorporando más blogs a la lista de abajo a la izquierda.

No quería entrar en cierto juego sectario o corporativista tan común en este mundillo, pero me gustaría que algunos autores, aunque no comparta del todo sus puntos de vista ni sus estilos, crezcan en audiencia. Quizás linkearlos sea una modestísima contribución para ello.

De los nuevos blogs linkeados rescato este post del español Cartas a mi tío de América que se me ocurre emparentado en cierto pathos denunciante del Brave New World con algunos posts de este servidor.

También volví a gozar con este poema de Rosales que publica Tamara y que tenía olvidado.

uno a miles


Uno tiene a Dios de su parte; miles tienen a Satanás de la suya.
¿Es razón para que ese uno tema a esos miles?

Mahatma Gandhi (1869-1948)



Me encanta esta frase de Gandhi. Me llena de esperanza y coraje.
Está en el librito que alguna vez comenté, la recopilación de pensamientos para su amigo Hingorani guardados hasta su muerte.

La transcribo en realidad con un fin específico: Pretendo, evadiendo sesudos análisis antropológicos, hacerles ver a algunos lectores que el diablo no es un invento del cristianismo ni de la cultura occidental. Bah, que no es ningún invento.

Sí, ya sé, pretensión vana y cuestionable. Por un lado, aquel refrán determinista de "Al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen". Por otro lado ¿será necesario predicar esto en este tiempo, digo, la real existencia del demonio, habiendo tanta ceguera y tanta hambruna de otras verdades más luminosas, habiendo además tanto anticuerpo creado en nuestra conciencia colectiva por los toscos "citadores de biblias" que mencionara un lector hace poco?

Por eso el recurso. Es que se me ocurre que la figura de Gandhi puede llegar a ser hoy más creible para la prejuiciosa y superficial masa moderna que la figura de un Papa o de un santo católico.

En fin, ya lo dijo Baudelaire:
"Si lo deseáis, podéis ser el favorito del tirano; es más difícil amar a Dios que creer en Él. Por el contrario, es más difícil para las gentes de este siglo creer en el diablo que amarlo. Todo el mundo lo siente y nadie cree en él. Sublime sutileza del diablo."
(Proyectos de prólogos para la segunda edición de Las Flores del Mal. 1860)

De estos asuntos se había ocupado mi tocayo muchísimo mejor que yo hace como un año en estos tres posts que recomiendo visitar.

junio 03, 2005

influencias

Dice el tango que veinte años no es nada, sin embargo alguna cosilla ha cambiado en ese tiempo para el señor García, prócer del rock vernáculo.
Veamos.
Allá por el 82, Charly, con esta cara, decía para nuestra adolescente fascinación cosas como estas

Podés saltar de un trampolín
batir un record en patín
podés hacer un gol,
y podés llevar tu nombre al cielo
puedes ser un gran campeón
jugar en la Selección
y no tienes un poquito de amor para dar.

(Yendo de la cama al living, 1982)


Hay que decir que el mensaje no era malo. Pero tampoco era nuevo. No sólo el contenido, hasta la estructura del mensaje resulta familiar... ¿dónde había escuchado yo algo parecido?
A ver... ah! podría ser...¿esto?:

Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
(San Pablo. 1era carta a los Corintos 13, 2-3)

mmm, sí, podría ser... el muchacho tenía una educación cristiana después de todo.
De alguna manera, el apóstol de los gentiles debe haber sembrado su semillita cuando el corazón de nuestro rock star aún estaba fresco.

Veinte años después, con esta otra cara, Charly nos da a entender quién lo está inspirando ahora... Parece que ya no es San Pablo ni ningún santo.

Puedo ver y decir,
puedo ver y decir y sentir:
algo ha cambiado
Para mí no es extraño.


Pero es muy difícil ver
si algo controla mi ser...

En el fondo de mí,
en el fondo de mí veo temor
y veo sospechas
con mi fascinación nueva.

Pero es muy difícil ver
si algo controla mi ser...

Influencia 2002


- Maaaaaaarche un exorcista para el señor de bigote bicolor.

junio 01, 2005

neomaterialismo II

Eduardo se mete con el "puro y duro atletismo científico".

¿Dónde atiende el amor, la pasión amorosa? ¿En qué parte, en qué lugar del cerebro? [...] El mecanicismo y el materialismo se afianza y se insolenta cada vez más

Post al estilo de Eduardo.

El hombre común está dispuesto -en apariencia, al menos- a inmolar la conciencia en el altar que le ofrecen, y parece que lo hace a condición de que el altar sea de mármol y tenga tubos de ensayos, o que la propuesta de inmolación aparezca en letras de molde o en Discovery.

monjas desde el bondi

Le explicaba a una amiga monja, muy moderna ella, que no se trata sólo de gustos personales o caprichos. Ni que tampoco es una cuestión ideológica: uno nunca fue tradicionalista o conservador en el mal sentido de los términos.

Es una cuestión visceral, sentida. Me duele que hayan dejado el hábito y los velos.

Ella prefiere no hablar mucho del tema. Ha optado por liberar sus cabellos con total derecho según se le permitió y, como les gusta decir a las monjas modernas, fue un tema “muy rezado”. Esgrime muchas y buenas razones que van desde cuestiones de eficacia pastoral (la mejor llegada a la gente sin la barrera inicial que supone vestir de monja y los prejuicios que esto puede generar), hasta cuestiones de comodidad y adaptación climática (su congregación tiene casas en zonas subtropicales) pasando por el que me parece el meollo del asunto: la idea de que no son necesarios ciertos signos sensibles convencionales para una verdadera vida religiosa.
Afirmación válida quizás, pero peligrosa.

Le cuento entonces a mi amiga una anécdota.
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Le hablo primero del aspecto “doloroso” de mi conversión, del terrible y verdadero dolor que sentía en el primer tiempo por notar la falta de “recuerdo de Dios” en el mundo, injusto olvido del que yo había sido también cómplice durante casi toda mi vida. A partir de la caída del caballo, uno seguía entendiendo racionalmente que “Dios ha muerto” para esta civilización, pero aún así era doloroso descubrir que nadie lloraba ya al cadáver, ni siquiera los deudos más próximos.
Indignación. Visceral, infantil. Literal: no eramos dignos.
-¡La pucha, nadie ya se acordaba de Dios, del Creador! ¡Del que les dió la Vida, del Salvador, del que venció a la muerte! Todos por ahí, entreteniéndose en sus cosas, sin dedicar el más mínimo gesto a lo que de veras importa.
Indignación mezclada con pena.

Y en este escrupuloso y reivindicatorio estado de ánimo, que duró unos meses, me alegraban cosas raras; por ejemplo, me alegraba cada vez que cruzaba un auto con un rosario colgando del espejito. No me importaba que estuviera ahí sólo como adorno, amuleto o fetiche. Estaba ahí y me alegraba. Cualquier huella de Dios me alegraba, sin importar su calidad.

Llego a la anécdota que le conté a mi amiga:
Por esa época, iba yo una mañana a trabajar en colectivo sumido en este malsano estado de ánimo mezcla de ignominia y desesperanza, cuando me sorprende por la ventanilla la imagen de dos monjitas caminando. Nomás verlas y experimento una tremenda consolación. Dos simples monjas: una bastante mayor, la otra, morochita, más joven. Iban tranquilas conversando con sus clásicos hábitos oscuros por la vereda del barrio de Almagro cargando una de ellas una bolsita de compras. No tenían nada de especial, no se las veía devotas ni radiantes ni demasiado felices siquiera. Sin embargo yo, cual orate, miraba a las monjas y lloraba de alegría pensando “hay gente que todavía piensa en Dios”, “¡hay gente que hoy rezó Laudes!”, “hay gente que está rezando en este momento”, “aún hoy hay gente que consagra su vida a Dios”, hasta llegar, en una cadena de ideas esperanzadas, a cosas como “¡Qué linda es la Vida!”, “¡qué bello el mundo aunque agonice!” “Qué bueno es Dios!”, etc... con lágrimas brotando de la mirada perdida para la sorpresa de algún pasajero apretujado. En fin, una consolación marca ACME. Una consolación gratuita.

Le quería explicar a mi amiga que si esas dos monjitas hubieran vestido pantalones y sweter como ella, jamás hubiera yo descubierto desde el colectivo que eran monjas. Que, por supuesto, eso no las hubiera hecho a ellas ni mejores ni peores monjas en un sentido estrictamente eficientista, en lo que se supone son las obligaciones prácticas de una monja, pero que ciertamente mi mañana no hubiera sido igual.

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