esse est percipi II
HILAS.- Me alegra ver que no eran exactas las noticias que he oído acerca de ti.
FILONUS.- ¡Por favor!, ¿cuáles eran?
HILAS.- En la conversación de la última noche se te presentaba como una persona que sostenía la opinión más extravagante que ha albergado mente humana; a saber, que no existe en el mundo eso que se llama substancia material
FILONUS.- De que no existe eso que los filósofos llaman substancia material estoy firmemente persuadido; pero si se me hiciera ver que hay algo de absurdo o escéptico en eso, renunciaría a ello por la misma razón por la que yo creo que en la actualidad tengo que rechazar la opinión contraria.
HILAS.- ¡Cómo! ¿Puede haber algo más fantástico, más contrario al sentido común, o una muestra mayor de escepticismo que creer que no existe eso que se llama materia?
FILONUS.- Vayamos despacio, amigo Hilas. ¿Y si se demostrase que tú, que sostienes que existe tal materia, eres un escéptico mayor por tener esa opinión y eres más paradójico y contrario al sentido común que yo, que creo que no hay tal cosa?
Este es un fragmento de Tres diálogos entre Hilas y Filonus en oposición a escépticos y ateos del obispo George Berkeley publicado por primera vez en 1713. Mucho antes de Einstein y su formulita E=m.c2, mucho antes de Fritjof Capra y su "Tao de la física", mucho antes de Matrix y su neoidealismo ciberpunk, mucho antes del "paradigma holográfico" que andan masticando algunos intelectuales new-agers por ahí.
No puedo no volver al viejo Berkeley y su esse est percipi (ser es ser percibido) cada vez que me toca abordar el tema de sistemas sensoriales en la cátedra de neurociencias donde doy clases. Los alumnos se enganchan en las disquisiciones filosóficas que surgen del conocer cómo percibimos, como formamos la "realidad".
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