Hay temas tan dolorosos
que uno desde aquí no sabe si conviene siquiera soplar cerca de esa herida para que no grite más.
Hoy se cumple un año de una
tragedia.
Desde entonces no dejo de preguntarme si algún padre o novio o novia o hermano de víctima o incluso algún sobreviviente de aquella fatídica noche, más allá de buscar responsabilidades y culpas entre los más o menos evidentes responsables y culpables, se ha cuestionado seriamente la naturaleza del evento en el que se generó la masacre.
Hablo del
recital de rock como ente, como fenómeno ya bien constituido en nuestro acervo cultural a través de unas cuatro o cinco décadas.
¿se habrá preguntado alguno
-Qué era ese evento en el que mi hijo/ novia/ novio/ hermano arriesgó y perdió la vida? ¿Qué se hacía allí? ¿Valía la pena?No lo creo. No creo que nadie haya ido hasta el final de las respuestas. Sencillamente porque no se puede.
Leer
[+]El rock en su amplitud, como música y como fenómeno cultural con todas sus manifestaciones ya es mayor de edad. Son varias las generaciones que han nacido y crecido bajos sus influjos. Es curioso ver cómo aquel novel movimiento cuyo eje filosófico era la rebeldía contra el establishment hoy pueda seguir sosteniendose en aquel discurso rebelde para adolescentes aunque esté recontrasuperincorporado al establishment al que dice combatir. Es difícil de entender.
Si me preguntaran les diría que el rock es una fuerza emocional-social que necesita revisarse, necesita crítica. Necesita una crítica profunda, lúcida y corajuda, despojada de condicionamiento. Necesita los "ojos de primera vez" de los que hablaba Chesterton.
¿Qué está pasando acá? ¿Qué es esto en realidad? Me encontré diciendome una noche del 2000- preconversión, of course- en el SuperPullman de Obras mientras Bersuit tocaba en el escenario.
Para esa altura de mi vida, con 31 años, yo ya había estado en cientos de recitales de rock de todo tipo, desde sótanos minúsculos a grandes estadios, desde Morgue Judicial y Massacre Palestina hasta Santana y los Rolling. Hasta había cantado en mi propia banda punk adolescente. Pero hasta esa noche del 2000 nunca me había percatado
de ese especial modo de la situación de inmenso poder que estaba en juego en un recital. Fue ver
como si fuera por primera vez todo aquello, la parafernalia de luces desde el escenario, la masa de miles de chicos y chicas saltando desenfrenados, reboleando remeras y corpiños, atentos y obedientes a los gritos del calvo lider de la banda en una comunión emocional desmesurada y percibir allí una cosa "mala", demasiado poderosa. ¿Y quién era ese hombre pelado al fin de cuentas para que tantas almas se le entreguen así? Yo estaba un poco drogado, es cierto, pero creo que eso no le quita validez a mi percepción, por el contrario...
Idolatría.
Esa es la palabra.
El rock ES idolatría. Rebeldía primero e idolatría después.
Pongamos las dos palabritas bajo un tamiz espiritual y veamos a dónde nos llevan.
Pero, claro, si te metés contra el rock, por más vuelo y respeto que le quieras poner al debate te crucificarán las hordas al grito de "Faaaaaacho!" o "Muerte al Conserva".
Unos
pocos, no obstante, se están animando a decir lo suyo con mucha delicadeza.
En fin, volviendo a Cromagnon y a sus muertos, decía que hay temas tan dolorosos que mejor ni tocarlos de ningún modo. Había pensado referirme mínimamente a la banda que tocaba aquella noche, la banda nueva a la que tantos chicos seguían, a los ídolos aquellos, pero mejor reservo mi comentario. Ya dije lo suficiente como para que la muchachada me insulte durante todo el 2006.
Sólo dejo una pequeñita muestra de su exquisito
arte, en un tema que tocaba a la Iglesia.
Ni dándose por enterada, la "tan malvada amiga de opresores"
devuelve otra cosa, como debe ser.
Recemos hoy un cachito por el alma de estos pibes y por sus familias.