No es que uno sea tan ingenuo, no. Pero me parece que en este asunto del obispo castrense y la interpretación gubernamental y mediática de sus dichos, además de la guerra ideológica subyacente hay otras cosas. Cosas más básicas y graves, porque guerras hubo y habrá siempre. Me estoy refiriendo a la creciente brecha entre la cultura y el evangelio. Quizás estemos asistiendo a una demostración de lo posible en una sociedad desevangelizada, a una pruebita de lo avanzada que está la retirada cristiana de la cultura popular.
Quiero decir: si nuestra sociedad (que aún se dice o se cree mayoritariamente católica) fuera de veras cristiana, si el evangelio no fuera tan desconocido como es hoy que no se lee ni en las clases escolares de catequesis (allí se prefieren textos seleccionados de Paulo Coelho) ni tan deformado por propios y ajenos, pues entonces, la célebre cita de Baseotto sobre la piedra al cuello del escandalizador jamás, jamás, podría haber remitido a ningún "vuelo de la muerte". ¿De qué estamos hablando?. Es una descontextualización tan ridícula que me cuesta creer que se siga gastando saliva y tinta en ella, por mayor que sea la perversión difamadora de este gobierno y de sus obsecuentes secuaces.
Pero ¿será así nomás?, ¿será que en el imaginario colectivo de la Argentina de hoy la imagen de alguien arrojado al mar con una piedra al cuello remite inmediatamente a la pasada dictadura militar?. Puede ser. Se puede haber generado una sensibilización al respecto, digo yo, que en todo caso no cuestionaré en este post.
Pero por otro lado, es de notar que la imagen original que citó el obispo (al margen de lo imprudente que pueda haber sido), parece ya no remitir a su fuente, no figurar en ningún rincón de la memoria colectiva. Es una imagen nueva, desconocida para el vulgo. Y eso que, lamentablemente, escandalizadores de niños no han faltado en los últimos años y los medios se han hecho su festín con el asunto.
Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños.(Lc 17,2)
¿No será que siendo como es, una frase bíblica "de las duras", desde hace rato no se enseña en ninguna escuela (me refiero a las católicas, obvio) ya que allí sólo hablamos de "Jesús amigo", de la solidaridad y de la paz mundial?. Y ojo, quizás esté bien así, no lo sé. Lo cierto es que hay una selección de la semilla que se siembra. Y la selección continúa en otros ámbitos de evangelización. Según vamos creciendo en edad y en fe, nuestros pastores deberían introducirnos en el duro sentido profético escondido en el Evangelio. Nuestro Evangelio no es suave, lo sabemos. Sin embargo una gran parte de los sacerdotes insisten, a la hora de las homilías, en "ponerse el casette" y hacer así más "digerible", más o menos edulcorado, más o menos soso, el Evangelio nuestro de cada domingo. A veces aunque la Palabra anuncie cosas escalofriantes, la exégesis reduce todo a interpretaciones insípidas, para que la feligresía no se asuste. ¿Habrá que clamar un día "Basta de censura!" a la hora de los avisos parroquiales?. Esperemos que no.
En fin, si así están nuestros encendidos y devotos predicadores...¿qué podremos decir de nuestros "neutrales" comunicadores sociales?
Porque como bien enseña
Eduardo, hay maneras y maneras de hacer cultura.
Y de muestra, este botón:
Alguien deberá explicarle al humorista de Clarín que la reencarnación no tiene nada que ver ni con la Semana Santa ni con el cristianismo. ¿Es que hemos llegado al punto en que hace falta aclararle a una persona, por más atea que se declare, que en Pascua se conmemora la Muerte y Resurrección de Cristo, punto de inflexión del Cosmos mismo? Analfabetismo cristiano es lo que tenemos, suplantado por un nuevo pseudocristianismo donde se mezclan la cizaña del Código Da Vinci y los documentales del Canal Infinito. Porque esa es otra siembra.
Eso sí, el mismo diario Clarín (que leen millones de argentinos) nos explica en esta
nota que, en realidad, Judas era el bueno de la película.
Ahora sí.