cableados para la música
Ciertos descubrimientos recientes sobre el cerebro deberían generarnos gran sorpresa. Deberían conmocionarnos. Y cuando hablo en plural no me refiero a los que nos dedicamos al cerebro sino a todo el género humano.
Lejos de eso, estas novedades sobre lo que es el cerebro humano y sobre lo que es el hombre despiertan, a lo sumo, alguna genuina curiosidad entre unos pocos entendidos y ciertamente mucha tergiversación y/o interesada aplicación (tan interesada como insensata) en ciertas castas modernas (llámense terapeutas alternativos, expertos de marketing, reporteros de suplementos, etc.).
Lógico, para conmocionarse hay que estar permeable a la sorpresa. Y nuestra ciencia porta unos lentes de nihilismo demasiado oscuros. Y nuestros científicos tienen demasiado miedo a sacarse esos lentes oficiales. Quizás suene críptica esta sentencia, después, quizá otro día, volveré al asunto.
Vamos al tema.
Se sabe desde hace tiempo que así como existen áreas específicas de corteza cerebral en un hemisferio (generalmente el izquierdo) dedicadas a la comprensión y producción de lenguaje (las áreas de Wernicke y Brocca respectivamente), en el otro hemisferio, el contralateral, existen diversas áreas dedicadas al reconocimiento y producción de melodías.
Dos casos clínicos dos, tomados de un paper (Peretz I. Brain specialization for music. NEUROSCIENTIST 8 (4):374-382, 2002) que puede bajarse gratis aquí, sitio de la autora y su grupo:
La conclusión que se obtiene de estos casos es que parece existir una especialización cerebral para la música.
Y, esto sí es nuevo, finalmente se ha demostrado: existen circuitos neurales que se dedican exclusivamente al procesamiento de la música. Es un procesamiento modular sumamente selectivo y complejo.
Lo que es llamativo es que esta especialización no es adquirida, está en los genes!. Por supuesto que los circuitos involucrados son pasibles de desarrollo o bien de atrofia de acuerdo al ambiente más o menos favorecedor; pero se confirma que se puede ser naturalmente más o menos dotado de "condiciones musicales". Los dos extremos serían la amusia congénita (llámese también "el toscano en la oreja"), y el controvertido "oído absoluto" del que tanto se habla en los ambientes de conservatorio.
En otras palabras, venimos pre-programados para la música.
(Coda)
Ahora bien ¿por qué?
Si la música fuera solamente un producto cultural del hombre...¿Por qué la música tendría estos fundamentos biológicos?
La ciencia oficial hace agua tratando de verle a la música un antiguo sentido adaptativo en el contexto de la evolución.
Es aquí donde comienza el terreno resbaladizo de las hipótesis. Es en este punto donde algún día habrá que sacarse los lentes.
Lejos de eso, estas novedades sobre lo que es el cerebro humano y sobre lo que es el hombre despiertan, a lo sumo, alguna genuina curiosidad entre unos pocos entendidos y ciertamente mucha tergiversación y/o interesada aplicación (tan interesada como insensata) en ciertas castas modernas (llámense terapeutas alternativos, expertos de marketing, reporteros de suplementos, etc.).
Lógico, para conmocionarse hay que estar permeable a la sorpresa. Y nuestra ciencia porta unos lentes de nihilismo demasiado oscuros. Y nuestros científicos tienen demasiado miedo a sacarse esos lentes oficiales. Quizás suene críptica esta sentencia, después, quizá otro día, volveré al asunto.
Vamos al tema.
Se sabe desde hace tiempo que así como existen áreas específicas de corteza cerebral en un hemisferio (generalmente el izquierdo) dedicadas a la comprensión y producción de lenguaje (las áreas de Wernicke y Brocca respectivamente), en el otro hemisferio, el contralateral, existen diversas áreas dedicadas al reconocimiento y producción de melodías.
Dos casos clínicos dos, tomados de un paper (Peretz I. Brain specialization for music. NEUROSCIENTIST 8 (4):374-382, 2002) que puede bajarse gratis aquí, sitio de la autora y su grupo:
-Vissarion Shebalin era un compositor profesional. Tuvo su segunda hemorragia vascular en el hemisferio izquierdo a los 57 años de vida. Quedó sin poder emitir lenguaje y "sordo" a la palabra hablada.
Aunque Shebalin no se podía comunicar verbalmente, continuó enseñando música y componiendo hasta su muerte acaecida 4 años más tarde. Fue particularmente prolífico a pesar de su vasta lesión hemisférica izquierda: escribió 14 corales, 2 sonatas, 2 quatuors, 11 canciones y 1 sinfonía. De acuerdo a Shostakovitch, uno de sus pares, la música de Shebalin era indistinguible de la que había compuesto antes de su enfermedad.
El caso de Shebalin se conoce como afasia sin amusia . Espectacular pero no excepcional. Casos similiares han sido reportados en la literatura.
- El segundo caso, Isabelle R. , representa la condición reversa. Una mujer común, aparentemente sin ningún talento especial, musical ni lingüistico. Era manager de un restaurant cuando, a la edad de 28 años, tuvo que recibir sucesivas cirugías para reparar la ruptura de aneurismas de las arterias cerebral media izquierda y derecha. Sobrevivió, pero con dos extensas lesiones cerebrales en las regiones de corteza auditiva bilateral con extensión a regiones frontales derechas. En este contexto, es sorprendente notar que Isabelle R. está indemne funcionalmente con respecto a lenguaje, memoria e inteligencia. Incluso escribe poemas.
Su problema más grande y persistente concierne a la música. Isabelle R. ya no puede reconocer la música que le era familiar antes del accidente cerebral; tampoco puede reaprender las melodías debido al hecho de que las melodías ya no dejan trazas en su memoria, y finalmente tampoco puede entonar. Isabelle R. tenía estas habilidades antes de su injuria cerebral y la música era parte importante de su vida. Fue criada en una familia con inclinaciones musicales, su hermano es músico profesional.
Isabelle R. es un caso de amusia sin afasia. Si bien esta condición se conoce desde hace más de un siglo, los casos más detallados se describieron recientemente.
La conclusión que se obtiene de estos casos es que parece existir una especialización cerebral para la música.
Y, esto sí es nuevo, finalmente se ha demostrado: existen circuitos neurales que se dedican exclusivamente al procesamiento de la música. Es un procesamiento modular sumamente selectivo y complejo.
Lo que es llamativo es que esta especialización no es adquirida, está en los genes!. Por supuesto que los circuitos involucrados son pasibles de desarrollo o bien de atrofia de acuerdo al ambiente más o menos favorecedor; pero se confirma que se puede ser naturalmente más o menos dotado de "condiciones musicales". Los dos extremos serían la amusia congénita (llámese también "el toscano en la oreja"), y el controvertido "oído absoluto" del que tanto se habla en los ambientes de conservatorio.
En otras palabras, venimos pre-programados para la música.
(Coda)
Ahora bien ¿por qué?
Si la música fuera solamente un producto cultural del hombre...¿Por qué la música tendría estos fundamentos biológicos?
La ciencia oficial hace agua tratando de verle a la música un antiguo sentido adaptativo en el contexto de la evolución.
Es aquí donde comienza el terreno resbaladizo de las hipótesis. Es en este punto donde algún día habrá que sacarse los lentes.
1 Comments:
Muy interesante. Yo nunca había pensado acerca de la música, de si es algo propio de nuestra naturaleza...
hasta que vi como mi hijo Francisco descubre sonidos del entorno y hace de los ritmos melodías. Baila y canta con el ruido del tren, del ventilador o de las campanas de la iglesia que se escuchan desde casa. Con el ruido del agua que cae, con el canto de los pajaritos, el ladrido de los perros y hasta el rugir de los motores de motos y autos. Observando esto se me ocurrió que la música es natural, no solo en su elemento rítmico.
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