anencefalia
Como neurólogo infantil trato a diario con situaciones muy dramáticas de discapacidad y muerte temprana.
Hace más de 3 años fui consultado off-the-record por una amiga que trabajaba en la Justicia a la que le había tocado intervenir en el mediatizado caso de la madre que quería abortar a su niño anencefálico. En aquel momento, antes de mi conversión, relativicé mi opinión y traté de encontrar justificativos racionales para el argumento de la madre.
A la semana de haber emitido aquella opinión, fui dulcemente aleccionado: de un hospital público del Gran Buenos Aires fui llamado para atender un recién nacido hidranencefálico (en vez de cerebro tiene agua y rudimentos de tejido nervioso) que sobrevivió varias semanas tras el nacimiento.
Pude comprobar, sentir, percibir con total claridad, a pesar de mi coraza, que ese bebé estaba muy vivo, que era un alma que podía transmitir amor, que su llegada al mundo había generado en aquella paupérrima familia de madre adolescente y padre convicto un inexorable vuelco de corazón.
Ese niño nunca llegó a la escuela pero en sus pocas semanas de vida su manito tibia tocó la piel de su mamá y la cambió para siempre.
Ese bebe nunca supo hablar pero toda esa familia se unió en una fecunda muestra de amor.
Ese niño, que nació en la miseria más absoluta sin haber tenido la suerte o desgracia de ser observado por una ecografía previa al nacimiento, vivió, amó, fue amado y dejó huella en la tierra.
Pero esos pocos días parece que no valen la pena. Fue un error lamentable. Parece que si no se tiene asegurado un desarrollo neurológico pleno no tiene sentido vivir. Eso es lo que se les dice indirectamente a los futuros padres con estas leyes que se proponen. Parece que si no se tiene asegurada una vida de al menos algunos años, con inteligencia más o menos normal, no se tiene derecho ni a nacer.
¿Qué es mi inteligencia al lado de Dios? Somos poco menos que profundos retardados mentales ante el Absoluto y su misterio ¿merecemos acaso morir a manos de otros por esta "discapacidad" intelectual? ¿quién puede asegurarme que se ha desarrollado al tope de su potencial? Si las capacidades neurológicas son las que cuentan ¿por qué no salimos a matar a todos los chicos Down ya mismo entonces? ¿por qué tanta hipocresía? ¿Cuáles son las capacidades humanas que valoramos y cuáles las que desestimamos y con qué parámetro? Si lo que queremos, en nombre de la salud y el progreso, es la perfección humana a la manera que el hombre hoy la concibe, quitémosnos la careta y no hablemos más de derechos humanos...
Y si se trata de una cuestión de tiempo de vida, parecemos olvidar que a todos nos espera un número finito. ¿Quién se anima a decretar cuál es la cifra que otorga derechos para vivir? ¿20 minutos, 5 meses, 80 años?
La Vida no puede ser contada. La Vida cuenta.
Hace más de 3 años fui consultado off-the-record por una amiga que trabajaba en la Justicia a la que le había tocado intervenir en el mediatizado caso de la madre que quería abortar a su niño anencefálico. En aquel momento, antes de mi conversión, relativicé mi opinión y traté de encontrar justificativos racionales para el argumento de la madre.
A la semana de haber emitido aquella opinión, fui dulcemente aleccionado: de un hospital público del Gran Buenos Aires fui llamado para atender un recién nacido hidranencefálico (en vez de cerebro tiene agua y rudimentos de tejido nervioso) que sobrevivió varias semanas tras el nacimiento.
Pude comprobar, sentir, percibir con total claridad, a pesar de mi coraza, que ese bebé estaba muy vivo, que era un alma que podía transmitir amor, que su llegada al mundo había generado en aquella paupérrima familia de madre adolescente y padre convicto un inexorable vuelco de corazón.
Ese niño nunca llegó a la escuela pero en sus pocas semanas de vida su manito tibia tocó la piel de su mamá y la cambió para siempre.
Ese bebe nunca supo hablar pero toda esa familia se unió en una fecunda muestra de amor.
Ese niño, que nació en la miseria más absoluta sin haber tenido la suerte o desgracia de ser observado por una ecografía previa al nacimiento, vivió, amó, fue amado y dejó huella en la tierra.
Pero esos pocos días parece que no valen la pena. Fue un error lamentable. Parece que si no se tiene asegurado un desarrollo neurológico pleno no tiene sentido vivir. Eso es lo que se les dice indirectamente a los futuros padres con estas leyes que se proponen. Parece que si no se tiene asegurada una vida de al menos algunos años, con inteligencia más o menos normal, no se tiene derecho ni a nacer.
¿Qué es mi inteligencia al lado de Dios? Somos poco menos que profundos retardados mentales ante el Absoluto y su misterio ¿merecemos acaso morir a manos de otros por esta "discapacidad" intelectual? ¿quién puede asegurarme que se ha desarrollado al tope de su potencial? Si las capacidades neurológicas son las que cuentan ¿por qué no salimos a matar a todos los chicos Down ya mismo entonces? ¿por qué tanta hipocresía? ¿Cuáles son las capacidades humanas que valoramos y cuáles las que desestimamos y con qué parámetro? Si lo que queremos, en nombre de la salud y el progreso, es la perfección humana a la manera que el hombre hoy la concibe, quitémosnos la careta y no hablemos más de derechos humanos...
Y si se trata de una cuestión de tiempo de vida, parecemos olvidar que a todos nos espera un número finito. ¿Quién se anima a decretar cuál es la cifra que otorga derechos para vivir? ¿20 minutos, 5 meses, 80 años?
La Vida no puede ser contada. La Vida cuenta.
1 Comments:
Gracias por esta nota.
Sabés que yo también trabajo con sobrevivientes (con deficiencias no detectadas en el ùtero materno?
hijos incestuosos, o con secuelas de rubeola, victimas de intentos de aborto, lesionados por ingestión de drogas o nacidos de madres en coma...
También hay de los que siguen zafando a pesar de meningitis, accidentes o encefalitis temprana.
Ninguno habla ni puede movilizarse por si mismo, salvo un par de jóvenes paréticos que gatean y reptan.
Y quería confirmarte en tu valoración de que transforman el mundo, a su gente y viven una misión como cualquiera de nosotros...El alma espiritual no está en el cerebro, se ve en los ojitos ávidos, en las manitos tullidas que vibran ante una caricia, en el llanto de soledad.
Imaginate los lios que tengo pretendiendo estimular y abrir a la comunicación a esos chicos. No me creen, que en la soledad del trabajo aunque no vean ni oigan captan una presencia interesada y cálida que intento darles.
Me equivoco al decir que cumplen una misión como cualquiera de nosotros, cumplen una misión mucho más sublime, ni que hablar de grado de dificultad...son otros Cristos crucificados, lo que el mundo tiene por basura, con rostros tan desfigurados, y cuerpos inmóviles...no podés pasar a su lado y quedar igual, te transforman: en más miserable o te ablandan un poco el corazón. Te dan ganas de quedarte o de rajar. De insultar a Dios o de alabarlo por mantener en la vida a estas personas tan frágiles y heridas. Creo que son algo asi como la ùltima carta de Dios para desarmar corazones duros y miserables, como el mio.
Gracias por hacerme acordar por que trabajo ahi, a pesar de ser tan árido y tan problemàtico.
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