conversa (2)
Fue una noticia menor, de esas que son tomadas por pocos medios.
Una mujer argentina fue nombrada "mujer del año" por una asociación europea.
Al hurgar un poquito más en la noticia, descubro una historia de esas que a uno le gustaría escuchar más a menudo. Una historia fuerte, con cuerpo, de esas que a uno le ilusiona que simplemente ocurran.
Una conversión.
Pero a diferencia de tantas (tantas?) otras conversiones contemporáneas, la historia de Naty Petrosino roza el carácter de una verdadera hagiografía. Al dramatismo y heroismo inicial, se le agregan los años de sostén y coherencia con su nueva vida.
Una conversión radical, de las de antes.
Una conversión con la que alguna vez uno fantaseó. Largar todo de verdad, despojarse, entregarse a la locura del Evangelio.
Una tentación permanente, podría decirse. A veces uno se imagina más fácil largar todo que seguir luchando allí donde Dios lo puso. Uno cree (no sin razón, quizás) que sería más sencillo ser testimonio de Cristo vistiendo sayal y durmiendo en un ranchito del monte, que trabajando en una oficina del microcentro.
Una mujer argentina fue nombrada "mujer del año" por una asociación europea.
Al hurgar un poquito más en la noticia, descubro una historia de esas que a uno le gustaría escuchar más a menudo. Una historia fuerte, con cuerpo, de esas que a uno le ilusiona que simplemente ocurran.
Una conversión.
Pero a diferencia de tantas (tantas?) otras conversiones contemporáneas, la historia de Naty Petrosino roza el carácter de una verdadera hagiografía. Al dramatismo y heroismo inicial, se le agregan los años de sostén y coherencia con su nueva vida.
Una conversión radical, de las de antes.
Una conversión con la que alguna vez uno fantaseó. Largar todo de verdad, despojarse, entregarse a la locura del Evangelio.
Una tentación permanente, podría decirse. A veces uno se imagina más fácil largar todo que seguir luchando allí donde Dios lo puso. Uno cree (no sin razón, quizás) que sería más sencillo ser testimonio de Cristo vistiendo sayal y durmiendo en un ranchito del monte, que trabajando en una oficina del microcentro.