de corderos y holocaustos...
Me gustó esta nota de contratapa de Página 12 sobre el aniversario de la “liberación de Auschwitz”.
Está escrita por un sobreviviente del holocausto, lo que le da un valor agregado.
No está nada mal recordar lo cerca que estamos siempre, como seres de una naturaleza caída, de repetir las mismas conductas destructivas por más brutales que hayan sido, de caer una y otra vez en los convencimientos colectivos más atroces. No estaría nada mal tampoco recordar que pueden variar los motivos y los métodos, trocarse víctimas y victimarios.
Pienso.
Pienso en millones de muertes.
Pienso en los dos tipos de muerte de los que habla el Evangelio, la del cuerpo y la del alma. Pienso que de eso no sería apropiado hablar hoy. Sería desviar la mirada hacia otro tipo de genocidio, un genocidio invisible mucho más actual y hasta más dramático que aquél.
Algún otro día invitaré al blog a unos amigos relacionados con el holocausto judío que no han recibido suficiente difusión, como Santa Edith Stein, San Maximiliano Kolbe o Santiago Gapp entre otros. Tal vez en algún otro post comente mi impresión sobre la película de Schindler. O quizás otro día, no éste, dedique alguna apología al castigado Pio XII.
Este día sólo me dedicaré a brindar mi homenaje a todos los hombres, mujeres y niños judíos asesinados por el odio y la locura, a esos millares de inocentes sacrificados, esos corderos humanos, que aún sin amarlo ni conocerlo y compartiendo la estirpe elegida de su sangre, fueron, de una manera mística, un mismo cuerpo del Cordero Eterno, Jesucristo, el Cordero de Dios.
Como Él, todos ellos resucitarán.
Porque la muerte ya ha sido vencida. Esa es nuestra Buena Noticia.
Shalom
...liberar supone una acción voluntaria, una decisión política, militar, una forma de intervención específica y concreta. Y no fue eso lo que ocurrió en Auschwitz. Auschwitz, del ’41 al ’45 fue ignorado por los aliados. Los campeones de la libertad, de la democracia y el progreso humano, los líderes del antinazismo estaban ocupados en asuntos de más vasto alcance: se trataba de ganar la guerra [...] Y en la guerra, como se sabe, las personas no cuentan, no tienen valor.
Está escrita por un sobreviviente del holocausto, lo que le da un valor agregado.
Hoy, escribo esta nota y me es difícil retroceder en el tiempo y verme en el planeta Auschwitz (digo planeta irónicamente, para evocar la idea de que la tierra, los hombres, no podrían dar forma a una máquina semejante de muerte, pero sin embargo fue en la tierra y son los hombres)...
No está nada mal recordar lo cerca que estamos siempre, como seres de una naturaleza caída, de repetir las mismas conductas destructivas por más brutales que hayan sido, de caer una y otra vez en los convencimientos colectivos más atroces. No estaría nada mal tampoco recordar que pueden variar los motivos y los métodos, trocarse víctimas y victimarios.
Pienso.
Pienso en millones de muertes.
Pienso en los dos tipos de muerte de los que habla el Evangelio, la del cuerpo y la del alma. Pienso que de eso no sería apropiado hablar hoy. Sería desviar la mirada hacia otro tipo de genocidio, un genocidio invisible mucho más actual y hasta más dramático que aquél.
Algún otro día invitaré al blog a unos amigos relacionados con el holocausto judío que no han recibido suficiente difusión, como Santa Edith Stein, San Maximiliano Kolbe o Santiago Gapp entre otros. Tal vez en algún otro post comente mi impresión sobre la película de Schindler. O quizás otro día, no éste, dedique alguna apología al castigado Pio XII.
Este día sólo me dedicaré a brindar mi homenaje a todos los hombres, mujeres y niños judíos asesinados por el odio y la locura, a esos millares de inocentes sacrificados, esos corderos humanos, que aún sin amarlo ni conocerlo y compartiendo la estirpe elegida de su sangre, fueron, de una manera mística, un mismo cuerpo del Cordero Eterno, Jesucristo, el Cordero de Dios.
Como Él, todos ellos resucitarán.
Porque la muerte ya ha sido vencida. Esa es nuestra Buena Noticia.
Shalom
1 Comments:
Su blog es cada día mejor. Enhorabuena.
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