sobre la farsa del ego, el poder de la emoción y otras yerbas
Desde que me metí en la neurología, el asunto de comprender las bases biológicas de la autoconciencia, es decir, la conciencia de uno mismo (en inglés "Consciousness"), se planteaba en todo texto como el máximo y último desafío de la disciplina.
Y esa explicación ya está en nuestras narices, sólo que no la queremos ver.
Es que es una nueva gran herida narcisística para el hombre. Corrijo, debería ser la más justa y verdadera herida narcisística del hombre.
No se si mi versión de la teoría del intérprete de Gazzaniga fue lo suficientemente clara. El científico la desarrolla en su libro de divulgación El pasado de la mente pero no recomiendo el libro a cualquiera. Es que además de estar mal traducido no creo en su mensaje final, totalmente nihilista, porque lo considero el producto de un grosero error de lectura causado por el evolucionismo materialista. Y como decía en ese otro post, por desgracia ese error de lectura contamina casi toda la neurociencia de estos tiempos (da bronca, justo cuando esta joven ciencia viene a develarnos los misterios mas profundos del hombre resulta que nos va a vender un bolazo).
Lo cierto es que la teoría del intérprete tiene asidero científico y tiene sentido. Y lo que se desprende de ella es escalofriante, revolucionario, demoledor: nuestra autoconciencia, nuestro "yo", lo que creemos de nosotros mismos, quien ud. lector cree que es...no es más que una vana y siempre falsa interpretación del conjunto de todos sus procesos mentales por parte de una región de la corteza cerebral. Esos procesos mentales son en su gran mayoría automáticos (sí, somos casi robots) e involucran la percepción exterior, interior, los sentimientos y los pensamientos. Son procesos mentales donde el cuerpo entero participa. Si bien son casi automáticos, algo dispara estos procesos mentales: un "chispazo" simultáneo de varias estructuras profundas en un fenómeno para nada entendido aún (ese sí quizás sería el último desafío de la neurociencia): es la EMOCION. Lo que nos mueve (motion: movimiento).
El último bastión del libre albedrío. Donde Dios habla. Donde los espíritus combaten.
El yo conciente sólo traduce el resultado de ese combate, y lo hace bastante mal.
Lo que decimos que creemos, queremos o necesitamos, es una más o menos distorsionada interpretación de emociones y apetitos.
No es malo tener un traductor, el problema reside en que el traductor se ha creído el conferencista, el creador del movimiento. Hay que ubicarlo.
No sólo desoimos la fuente original del mensaje (ignoramos casi por completo el combate) sino que cada vez le damos más poder al impostor que traduce. Y cada vez traduce peor por tanto poder.
Estamos enfermos, ciegos. Estamos muertos de mentira.
¿No cobra un nuevo sentido entonces, a la luz de esta mirada, la humildad como virtud? (triste que haya que recurrir a la ciencia para defender una virtud)...¿no se entiende mejor la mística común de todas las religiones que pregonan el despojo de toda vanidad en pos de la verdad?...¿no queda claro que el ego es un totem de muerte y mentira, un ídolo ingenioso pero falso al que adoramos?...
PD: Sigo debiéndoles lo prometido sobre Damasio y sobre San Ignacio de Loyola que tanto tiene que ver con todo esto. Hay mucha tela para cortar...
Y esa explicación ya está en nuestras narices, sólo que no la queremos ver.
Es que es una nueva gran herida narcisística para el hombre. Corrijo, debería ser la más justa y verdadera herida narcisística del hombre.
No se si mi versión de la teoría del intérprete de Gazzaniga fue lo suficientemente clara. El científico la desarrolla en su libro de divulgación El pasado de la mente pero no recomiendo el libro a cualquiera. Es que además de estar mal traducido no creo en su mensaje final, totalmente nihilista, porque lo considero el producto de un grosero error de lectura causado por el evolucionismo materialista. Y como decía en ese otro post, por desgracia ese error de lectura contamina casi toda la neurociencia de estos tiempos (da bronca, justo cuando esta joven ciencia viene a develarnos los misterios mas profundos del hombre resulta que nos va a vender un bolazo).
Lo cierto es que la teoría del intérprete tiene asidero científico y tiene sentido. Y lo que se desprende de ella es escalofriante, revolucionario, demoledor: nuestra autoconciencia, nuestro "yo", lo que creemos de nosotros mismos, quien ud. lector cree que es...no es más que una vana y siempre falsa interpretación del conjunto de todos sus procesos mentales por parte de una región de la corteza cerebral. Esos procesos mentales son en su gran mayoría automáticos (sí, somos casi robots) e involucran la percepción exterior, interior, los sentimientos y los pensamientos. Son procesos mentales donde el cuerpo entero participa. Si bien son casi automáticos, algo dispara estos procesos mentales: un "chispazo" simultáneo de varias estructuras profundas en un fenómeno para nada entendido aún (ese sí quizás sería el último desafío de la neurociencia): es la EMOCION. Lo que nos mueve (motion: movimiento).
El último bastión del libre albedrío. Donde Dios habla. Donde los espíritus combaten.
El yo conciente sólo traduce el resultado de ese combate, y lo hace bastante mal.
Lo que decimos que creemos, queremos o necesitamos, es una más o menos distorsionada interpretación de emociones y apetitos.
No es malo tener un traductor, el problema reside en que el traductor se ha creído el conferencista, el creador del movimiento. Hay que ubicarlo.
No sólo desoimos la fuente original del mensaje (ignoramos casi por completo el combate) sino que cada vez le damos más poder al impostor que traduce. Y cada vez traduce peor por tanto poder.
Estamos enfermos, ciegos. Estamos muertos de mentira.
¿No cobra un nuevo sentido entonces, a la luz de esta mirada, la humildad como virtud? (triste que haya que recurrir a la ciencia para defender una virtud)...¿no se entiende mejor la mística común de todas las religiones que pregonan el despojo de toda vanidad en pos de la verdad?...¿no queda claro que el ego es un totem de muerte y mentira, un ídolo ingenioso pero falso al que adoramos?...
-“¿Sabes quién eres tú y quién soy Yo?” le pregunta Dios a Santa Catalina mientras ella está orando. A continuación le da la respuesta:
-“Tú eres la que no es; Yo soy el que es”
PD: Sigo debiéndoles lo prometido sobre Damasio y sobre San Ignacio de Loyola que tanto tiene que ver con todo esto. Hay mucha tela para cortar...
3 Comments:
bravo Hernan!!!
muy bueno...
Muy pero muy interesante.
¡Lo encontré! Con cosas como esta deberías echarle una cartita a La Nación cuando salen artículos de neurología como el que linkeaste hoy (o ayer) 11/05/05.
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