las huellas peligrosas de la hermosura
"Por un mecanismo frecuente en la literatura, nace ésta de un rechazo o una nostalgia. A la hora de la crisis -en la extrema tensión de su alma y de su libro- Marechal dice ante el Cristo de la Mano Rota: "Sólo me fue dado rastrearte por las huellas peligrosas de la hermosura; y extravié los caminos y en ellos me demoré; hasta olvidar que sólo eran caminos, y yo sólo un viajero, y Tú el fin de mi viaje". Muchas otras veces, este alfarero de objetos bellos se reprochará su vocación demorada en lo estético. Qué entrañable ha de ser esta demora, esta búsqueda por las "huellas peligrosas", cuando su producto es una de las obras poéticas más claras de nuestra tierra..."
Esto es parte de un artículo de Julio Cortázar publicado en la revista Realidad de 1949 (recopilado en Obra Crítica /2, Madrid, Alfaguara, 1994).
Mi intención original era postear la confesión completa de Adan Buenosayres frente al Cristo de la Mano Rota como maravilloso testimonio literario de una conversión, testimonio vernáculo además. Tengo el texto bien presente porque lo leo a menudo en la puerta de la parroquia San Bernardo (Gurruchaga al 100, Buenos Aires) donde ocurre la acción que narra el poeta. No encontré la cita completa en internet (excepto en esta ilegible retraducción electrónica) pero me topé con lo de Cortazar que opté por transcribir y de donde saco alguna tontuela conclusión:
En este fragmento del análisis, Cortazar apologiza el camino estético con un fin elogioso, restándole sentido al reproche marechaliano. Pero en ese reproche hay mucha tela para cortar. Por un lado, se me ocurre, está la cuestión de la belleza como meta, es decir, la belleza no como reflejo de lo Trascendente o como vía hacia lo Trascendente ("huella" dice Marechal), sino confundida con lo trascendente mismo (¿por eso "peligrosa"?):
¿no se resume acaso en este conflicto estético-metafísico una penuria espiritual de nuestro tiempo? Digo...¿ no será que hoy que "Dios ha muerto", que el materialismo dialéctico ha ganado la batalla y la metafísica fue expulsada de las facultades, la belleza, por sus cualidades intrínsecas de trascendental, al no tener dónde llevarnos se impone como ídolo (dios falso) y en esa condición impregna la cultura?
No hablo del morboso culto de las cirugías plásticas, hablo del mucho más sutil culto a los significantes en detrimento de los significados.
(mmmm ¿no estaré diciendo demasiadas pavadas?)
Por otro lado, y a esto quería llegar, está la disquisición puramente espiritual, mística diríamos, sobre la belleza y sus efectos sobre el alma. Recuerdo que apenas convertido, rescataba de mi interno cataclismo esta estrofa de Caetano, de su Beleza pura.
"Nao me amarra dinheiro nao
mas formosura
dinheiro nao"...
Siento muy propia esa declaración.
Descubrí que la belleza también puede ser motivo de apego (ya sé, alguno con formación teológica me dirá que no es verdadera belleza si no lleva a Dios, ok, Dios es belleza ¿acaso no lo puse en mi credo?). Claro que el goce estético eleva, pero...¿no puede ser acaso ese mismo goce estético cuando está apenas impuro, deformado, teñido de vanidad o gula o de algún otro pecado, también un obstáculo para el encuentro con Dios?. Y hoy todo está apenas deformado. Me acuerdo ahora de San Juan de la Cruz y su lección sobre la variedad de cadenas. ¡Cuántas cosas profundas que desconozco deben haber sido escritas sobre este tema!
Lo que sí conozco y reconozco es mi ignorancia y esta lucha por la libertad de mi alma.
Puede ser que Cortazar tenga razón: al menos este blog, sin ser literatura que se precie ni mucho menos, quizás nazca de un rechazo o de una nostalgia.
PD: Me escribió mi tocayo y me hace notar con mucho cariño que me metí en camisa de once varas, cosa más que cierta: mi discurso está pleno de contradicciones. Me recomienda El descenso y ascenso del alma por la belleza del propio Marechal.
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