el campesino ruso
Una de las tantas cosas que le agradezco al Colegio -léase Nacional Buenos Aires- son aquellos sábados de "extensión cultural" a mediados de los ochenta.
Ahí estaban las pibas más lindas y más piolas en los talleres de teatro y de mimo, ahí estaban los futuros cineastas y poetas, ahí estaba la bohemia de tabaco adolescente cuando llegaba la tardecita.
Ahí estaba también, pero por la mañana, el curso de ajedrez dictado por el gran maestro argentino Oscar Panno.
Debo aclarar que mi ajedrez nunca llegó a mucho, pero algunas de aquellas lecciones pegaron fuerte:
Con esta imagen el maestro quería explicar la inconveniencia de no desarrrollar el juego de modo armónico a expensas de utilizar demasiado una sola pieza. Es simple, si por más éxito que haya tenido esa pieza luego es tomada, se van con ella todos los movimientos utilizados y quedamos mal parados por no haber "sacado" el resto.
Es que cuando se mueve una pieza no se mueve otra. Más que simple.
Hoy que tengo que tomar decisiones importantes en la vida, como dejar algún trabajo antes de reventar como un sapo, la imagen del campesino ruso vuelve a mi mente.
No sólo me da pena abandonar una determinada tarea o determinado lugar por lo que ello representa para mi (económicamente, académicamente, emocionalmente, etc...) sino que, mucho peor, pongo en la balanza también lo que aquella actividad me quitó. Lo que no hice por hacer aquello.
Y me dirán muchos: "-pamplinas, en la vida no se gana o se pierde, no hay sentido", o algunos otros más conciliadores: "todo es experiencia" o "nunca es tarde".
Yo sigo, grave y torpemente, al viejo Gandalf con aquello de la importancia de saber qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.
Y sigo dudando a cada paso.
Ahí estaban las pibas más lindas y más piolas en los talleres de teatro y de mimo, ahí estaban los futuros cineastas y poetas, ahí estaba la bohemia de tabaco adolescente cuando llegaba la tardecita.
Ahí estaba también, pero por la mañana, el curso de ajedrez dictado por el gran maestro argentino Oscar Panno.
Debo aclarar que mi ajedrez nunca llegó a mucho, pero algunas de aquellas lecciones pegaron fuerte:
-"LLora el humilde campesino ruso cuando se le muere el burro. No sólo llora por lo que costaba el burro sino por toda la alfalfa que el burro ha comido en su vida".
Con esta imagen el maestro quería explicar la inconveniencia de no desarrrollar el juego de modo armónico a expensas de utilizar demasiado una sola pieza. Es simple, si por más éxito que haya tenido esa pieza luego es tomada, se van con ella todos los movimientos utilizados y quedamos mal parados por no haber "sacado" el resto.
Es que cuando se mueve una pieza no se mueve otra. Más que simple.
Hoy que tengo que tomar decisiones importantes en la vida, como dejar algún trabajo antes de reventar como un sapo, la imagen del campesino ruso vuelve a mi mente.
No sólo me da pena abandonar una determinada tarea o determinado lugar por lo que ello representa para mi (económicamente, académicamente, emocionalmente, etc...) sino que, mucho peor, pongo en la balanza también lo que aquella actividad me quitó. Lo que no hice por hacer aquello.
Y me dirán muchos: "-pamplinas, en la vida no se gana o se pierde, no hay sentido", o algunos otros más conciliadores: "todo es experiencia" o "nunca es tarde".
Yo sigo, grave y torpemente, al viejo Gandalf con aquello de la importancia de saber qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.
Y sigo dudando a cada paso.
4 Comments:
"Nunca es tarde", dijo alguien.
Pensándolo bien... es como que estamos constantemente en necesidad de repasar qué estamos haciendo y ver qué cambiar.
Tarea de por vida. Pero no estamos solos. Ponlo todo en la oración.
Saludos.
no está mal lo de panno.
pero, sin ánimo de inmiscuirme en historias y decisiones ajenas, van dos reparos a las analogías citadas:
uno: no estoy seguro de que la cita de Gandalf esté bien traída. Me parece que él piensa en una cosa y vos en otra. Creo que Gandalf no apunta a la obligación de hacer buen uso del tiempo propio (de no malgastar las horas de vida que se nos dan) sino más bien a la necesidad de vivir en la época que nos ha tocado. Puedo lamentarme de no saber discernir qué papel quiere Dios que yo juegue en esta obra, pero de algo no puedo dudar: quiere que lo juegue en el siglo XX-XXI (así que ... hay que resistir la tentación de decir 'ah, yo debería haber nacido en el siglo XI, o XXXI').
dos: la analogía ajedrecística (que lástima que no prendieron las clases de panno, che; estoy echando en falta un contrincante...) está muy bien. Pero podríamos dar un paso más. Dada la situación de tener que cambiar un caballo propio que ha trabajado mucho por un caballo enemigo que recién sale a la cancha, si esa es -objetivamente hablando- la mejor jugada, pues habrá que
hacerla. Que, a posteriori, eso evidencie que nuestras anteriores maniobras del caballo fueron una pérdida de tiempo... así será; pero ese juicio sobre el pasado no debe alterar nuestro juicio objetivo sobre qué es lo mejor hacer en el presente (aunque suele suceder; en el ajedrez, al menos).
Y podríamos alargarnos interminablemente prosiguiendo analogía. Por ejemplo: en ajedrez, un factor no despreciable es el efecto psicológico: al reconocer un error propio (cambiando una pieza que ha jugado mucho, o volviéndola atrás, o renunciando ostensiblemente a un plan en el que invertimos varias jugadas) no sólo lo estamos reconociendo ante nosotros mismos, sino ante el adversario. En la vida, es distinto... Bueno, hasta cierto punto.
Si lo del campesino ruso , esta bien, pero tiene una percepcion economica , uno es lo que es, la mosca es mosca no piensa en que es mosca, el hombre no es hombre piensa que es hombre , y tal vez ese sea el origen de tu dialectica .Lei tu Blog y esta bueno pero tal vez te apoyas mucho en las palabras escritas como una fuente de verdad tal vez alquellos mas primitivos solo sientan y eso es un ejercisio en tiempo real o sea son hombres , todo expresion impresa de cualquier manera , pintura , musica , libros ,son percepciones del aqui y ahora discursos de miles de individuos de su realidad temporal no tiene valor una vez sucedio, al igual que la alfalfa que comio el burro ..
Creo que el lamento por la alfalfa es lo que la mayoria de veces nos hace seguir casi como automatas hacia adelante...es decir, la alfalfa se convierte en una inversion, seguimos pensando el debe y el haber y muchas veces lo irrecuperable de lo invertido nos detiene y no nos deja "Soltar"
Si abraham hubiera pensado en todo lo que habia alimentado a Isaac nunca le hubiera entregado su hijo a Dios y la fe no hubiera nacido....
Yo estoy aprendiendo a soltar porque se que Dios le da un verdadero sentido a cada gramo de alfalfa y si no me apoyara en eso ahora seguiria sintiendome irremediablamente infeliz cda minuto de mi vida cotidiana.
Animo!
Nati
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