gran hermana
Parecieria que esta cultura idolátrica y estupidizante se impuso del todo.
Las cerebros y corazones de la masa están bien sojuzgados y los próximos decenios se garantiza el mismo rumbo. Por lo menos eso es lo que pienso al ver a cientos de miles de jóvenes siguiendo con fascinación los "reality shows" televisivos e ilusionandose con hacerse famosos participando en alguno de ellos.
Entrar al Gran Hermano, por ejemplo, es una de las grandes metas. De conseguir esa selecta oportunidad el concepto será exponer en TV durante días o semanas las futiles vanidades de la propia existencia en una situacion artificial de encierro y así ser observado por la audiencia masiva. Hay un premio monetario cuantioso por ser el más votado a lo largo del juego y no ser eliminado, pero ese pareciera ser un objetivo secundario. Lo más importante es ser famoso. Ser famoso por serlo nomás. Nada de trascendencia real, nada de un loable proyecto de vida, de objetivos o sueños a cumplir con esfuerzo. A mostrarse y a seducir. Nuestros cinco minutos de fama, dánoslos hoy. Figuración a cualquier precio.
La noticia, a fines del año pasado, del secuestro de Pilar Bauzá en Somalía me hizo repensar un poquito este asunto. Pilar es una joven argentina cuya vocación de servicio la llevó a estudiar enfermería. Después de haber trabajado algunos años en nuestros hospitales, donde tuve la oportunidad de conocerla, su vocación la llevó más lejos y se enlistó en Médicos Sin Fronteras.
De no haber sido por esta dramática situación del secuestro probablemente Pilar no hubiera sido conocida y seguiría hasta hoy en Africa entregando su vida a los demás, en el anonimato, día tras día.
Incluso a su vuelta a Argentina tras la liberación, Pilar esquivó a los medios de comunicación y prefirió la reserva a pesar de la presión recibida para aparecer en TV.
Todavía existen algunos jóvenes a los que les interesa vivir con sentido y seguir ideales.
Todavía y a Dios gracias todavía, como reza una canción de mi época.
Las cerebros y corazones de la masa están bien sojuzgados y los próximos decenios se garantiza el mismo rumbo. Por lo menos eso es lo que pienso al ver a cientos de miles de jóvenes siguiendo con fascinación los "reality shows" televisivos e ilusionandose con hacerse famosos participando en alguno de ellos.
Entrar al Gran Hermano, por ejemplo, es una de las grandes metas. De conseguir esa selecta oportunidad el concepto será exponer en TV durante días o semanas las futiles vanidades de la propia existencia en una situacion artificial de encierro y así ser observado por la audiencia masiva. Hay un premio monetario cuantioso por ser el más votado a lo largo del juego y no ser eliminado, pero ese pareciera ser un objetivo secundario. Lo más importante es ser famoso. Ser famoso por serlo nomás. Nada de trascendencia real, nada de un loable proyecto de vida, de objetivos o sueños a cumplir con esfuerzo. A mostrarse y a seducir. Nuestros cinco minutos de fama, dánoslos hoy. Figuración a cualquier precio.
La noticia, a fines del año pasado, del secuestro de Pilar Bauzá en Somalía me hizo repensar un poquito este asunto. Pilar es una joven argentina cuya vocación de servicio la llevó a estudiar enfermería. Después de haber trabajado algunos años en nuestros hospitales, donde tuve la oportunidad de conocerla, su vocación la llevó más lejos y se enlistó en Médicos Sin Fronteras.
De no haber sido por esta dramática situación del secuestro probablemente Pilar no hubiera sido conocida y seguiría hasta hoy en Africa entregando su vida a los demás, en el anonimato, día tras día.
Incluso a su vuelta a Argentina tras la liberación, Pilar esquivó a los medios de comunicación y prefirió la reserva a pesar de la presión recibida para aparecer en TV.
Todavía existen algunos jóvenes a los que les interesa vivir con sentido y seguir ideales.
Todavía y a Dios gracias todavía, como reza una canción de mi época.
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