la trampa de la paz
Escandaloso.
El evangelio del último domingo,(Lc 12,49-53), es de lo más escandaloso.
Jesús nos dice que no ha venido a traer la paz a la tierra sino la espada, la división.
A la pipeta! No era que Dios era amor? No era que Cristo era "el príncipe de la Paz" según San Pablo?
Además de las exégesis tradicionales de esa Palabra, donde podemos entender "por la positiva" lo que quiso decir el Señor con esta frase -me refiero al asunto de una Verdad encarnada que quema, que cuestiona, que se opone a la mentira, que obliga a tomar partido-; a mi se me ha ocurrido al escuchar este evangelio una interpretacion "por la negativa", es decir, entender que lo que Jesús quiso hacer con esa declaración tan fuerte era diferenciarse de otros pseudomesías que clamarían por la paz en el mundo y sin embargo no vendrían en nombre de Dios.
A ver si me pueden seguir sin escandalizarse más aun, y disculpen si me pongo un poquitín apocalíptico.
Vamos al absurdo: cuando oramos por la paz del mundo...¿no estaremos contradiciendo la voluntad de Dios? Yo se que lo que escribo suena chocante, por supuesto que todos deseamos la paz en el mundo, pero...¿acaso no nos dijo Jesus en su discurso escatológico...: "Oireis hablar de guerras y de rumores de guerras ¡Cuidado, no os alarmeis! Porque es necesario que esto suceda pero no es todavia el fin"? (Mt 24,6; Mc 13,7; Lc 21, 9)
En otras palabras, no dudo de que tengamos que orar y trabajar por la paz ("Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" Mt 5, 9) porque neutralizar la violencia y la destrucción entre los hombres, es sin dudas un movimiento que santifica, es amor. Pero hay que saber mirar bien el asunto, ya que puede haber una trampa. La "paz del mundo", el término corriente que expresa esa utopía general, se puede confundir con la "pacificación" del mundo, la evitación de todo conflicto cueste lo que cueste. Esto tomado como fin último, como bien supremo, nos lleva a un error siniestro. El fin último del cristiano debe ser el Reino, el Reino de Justicia, Amor y Verdad, donde ciertamente se respira la Paz de Dios, una Paz verdadera cimentada en esas condiciones. La construcción y el anuncio del Reino, significa mantenerse alertas y despiertos y defender el Evangelio del Amor aunque nos persigan y nos maten. Recordar que "no somos de este mundo". Proclamar a Jesucristo.
El mismísimo Jesús nos aclaró que hay dos diferentes tipos de paz.
"Les dejo mi paz, les doy MI paz, pero no como la da el mundo" (Jn 14, 27)
Atenti: La mas terrible de las trampas del Maligno, con la que logrará engañar a muchos puede ser "la trampa de la paz". Los invito a seguir leyendo...
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El evangelio del último domingo,(Lc 12,49-53), es de lo más escandaloso.
Jesús nos dice que no ha venido a traer la paz a la tierra sino la espada, la división.
A la pipeta! No era que Dios era amor? No era que Cristo era "el príncipe de la Paz" según San Pablo?
Además de las exégesis tradicionales de esa Palabra, donde podemos entender "por la positiva" lo que quiso decir el Señor con esta frase -me refiero al asunto de una Verdad encarnada que quema, que cuestiona, que se opone a la mentira, que obliga a tomar partido-; a mi se me ha ocurrido al escuchar este evangelio una interpretacion "por la negativa", es decir, entender que lo que Jesús quiso hacer con esa declaración tan fuerte era diferenciarse de otros pseudomesías que clamarían por la paz en el mundo y sin embargo no vendrían en nombre de Dios.
A ver si me pueden seguir sin escandalizarse más aun, y disculpen si me pongo un poquitín apocalíptico.
Vamos al absurdo: cuando oramos por la paz del mundo...¿no estaremos contradiciendo la voluntad de Dios? Yo se que lo que escribo suena chocante, por supuesto que todos deseamos la paz en el mundo, pero...¿acaso no nos dijo Jesus en su discurso escatológico...: "Oireis hablar de guerras y de rumores de guerras ¡Cuidado, no os alarmeis! Porque es necesario que esto suceda pero no es todavia el fin"? (Mt 24,6; Mc 13,7; Lc 21, 9)
En otras palabras, no dudo de que tengamos que orar y trabajar por la paz ("Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" Mt 5, 9) porque neutralizar la violencia y la destrucción entre los hombres, es sin dudas un movimiento que santifica, es amor. Pero hay que saber mirar bien el asunto, ya que puede haber una trampa. La "paz del mundo", el término corriente que expresa esa utopía general, se puede confundir con la "pacificación" del mundo, la evitación de todo conflicto cueste lo que cueste. Esto tomado como fin último, como bien supremo, nos lleva a un error siniestro. El fin último del cristiano debe ser el Reino, el Reino de Justicia, Amor y Verdad, donde ciertamente se respira la Paz de Dios, una Paz verdadera cimentada en esas condiciones. La construcción y el anuncio del Reino, significa mantenerse alertas y despiertos y defender el Evangelio del Amor aunque nos persigan y nos maten. Recordar que "no somos de este mundo". Proclamar a Jesucristo.
El mismísimo Jesús nos aclaró que hay dos diferentes tipos de paz.
"Les dejo mi paz, les doy MI paz, pero no como la da el mundo" (Jn 14, 27)
Atenti: La mas terrible de las trampas del Maligno, con la que logrará engañar a muchos puede ser "la trampa de la paz". Los invito a seguir leyendo...
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2 Comments:
Hasta el final del mundo, y después. ¡Ven, Señor Jesús!
Creo que has dado en la clave al citar el versículo del Evangelio de Juan "Os doy MI paz, pero no como os la da el mundo". Los que trabajan por esa Paz serán bienaventurados, porque serán llamados Hijos de Dios. ¿Cómo reconocerlos? "Por sus frutos los reconocereis", dice el Evangelio... y por sus frutos los estamos reconociendo...
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